Feminiwashing: publicidad feminista falsa en las empresas
15 noviembre, 2024 Mercado laboral

El feminiwashing o “lavado violeta”, se convirtió en una práctica cada vez más frecuente en el mundo de la publicidad y las comunicaciones corporativas. Este fenómeno ocurre cuando empresas o marcas presentan un mensaje de apoyo a los derechos de las mujeres o la igualdad de género, pero sin un compromiso real en sus prácticas internas, convirtiéndose en una estrategia para mejorar su imagen sin implementar políticas de cambio que beneficien verdaderamente a las mujeres en el ámbito laboral.

Esto es realizado por organizaciones que, dentro de su estructura, siguen manteniendo brechas salariales, pocas oportunidades de ascenso para las mujeres o falta de políticas inclusivas. Además, la falta de seguimiento a compromisos públicos, como promesas sobre diversidad o equidad que no se materializan en políticas claras ni reportes de avances, refuerza la desconexión entre el discurso y las acciones.

Como resultado, las empresas pueden enfrentarse a una serie de efectos negativos y desventajas, tanto en su cultura interna como en su imagen pública y el ambiente que las rodea.

Efectos negativos de practicar el feminiwashing en empresas

El feminiwashing genera una serie de efectos negativos en la confianza de los empleados y la percepción pública de la marca. Cuando una empresa promueve valores feministas sin demostrar un cambio auténtico, puede causar en sus consumidores una pérdida de credibilidad y compromiso con la organización. Las personas son cada vez más exigentes con las marcas que eligen, por eso es muy importante reducir el riesgo de enfrentarse a críticas públicas por parte de consumidores conscientes, lo que afecta directamente su reputación e imagen.

A nivel interno, la falta de autenticidad impacta directamente en la cultura organizacional y en la moral de los empleados, generando frustración y desmotivación. Especialmente entre las mujeres que esperan un entorno laboral que realmente respalde sus derechos y oportunidades. Esta desconexión puede dificultar la retención de talento, ya que las personas buscan cada vez más organizaciones que alineen sus valores con sus acciones, creando un ambiente inclusivo y respetuoso.

Para evitar caer en este lavado violeta, las empresas deben adoptar un enfoque legítimo y transparente en cuanto a sus prácticas de igualdad de género. Esto implica implementar y comunicar políticas claras de inclusión y equidad, que permitan combatir problemáticas como la brecha salarial y el techo de cristal,  garantizando un ambiente de trabajo que promueva el desarrollo profesional de las mujeres.

Evitar el faminiwashing no solo fortalece la reputación corporativa, sino que también contribuye a un entorno laboral más justo y equitativo para todas las personas.

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