Desde la primera convocatoria del 8 de marzo en Argentina, hace unos siete años, se hizo visible la brecha salarial, junto con otras desigualdades de género. Esta refleja la diferencia porcentual entre los ingresos promedio de hombres y mujeres por trabajos de igual valor, evidenciando las desigualdades en la remuneración.
Aunque algunos estudios indican mejoras, las mujeres aún deben trabajar, en promedio, 91 días más al año para igualar el salario de los hombres. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) de 2023, la desigualdad salarial en nuestro país alcanza el 25%.
Esto no se debe a una discriminación intencionada en el pago por el mismo trabajo, sino a causas estructurales de la economía y la sociedad. Ya que en algunas ocasiones, las mujeres reducen su jornada laboral para llevar a cabo trabajos no remunerados, como el cuidado de su familia, especialmente a raíz de la maternidad, lo que limita su disponibilidad de horas para realizar un trabajo remunerado. Este fenómeno es conocido como suelo pegajoso.
Otro elemento que agrava esta brecha salarial es el “techo de cristal”, que se refiere a las barreras que enfrentan las mujeres para acceder a cargos jerárquicos dentro de su lugar de trabajo. Esto limita su participación en la toma de decisiones y su ascenso salarial. Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Empleo, Trabajo, Salud y Seguridad (ECETSS) las mujeres en Argentina ocupan solo el 37,2% de los cargos directivos y el 24,4% de los puestos de jefatura en diversos sectores.
¿Por qué combatir la brecha salarial?
Existen diversas razones clave para combatir la brecha salarial y promover un entorno laboral más justo e inclusivo. Algunas de ellas pueden ser:
Respeto a los derechos: el respeto a los derechos de las mujeres trabajadoras.
Productividad: un mercado laboral competitivo necesita que las personas estén motivadas y trabajen con su máximo potencial, recibiendo un salario justo en relación con su contribución.
Combatir la pobreza y la desigualdad: las brechas salariales afectan negativamente a las mujeres, aumentando la pobreza, especialmente en el caso de madres que llevan adelante por sí solas una familia, lo que agrava la desigualdad económica.
Armonía social: una sociedad que asegura igualdad salarial por trabajo de igual valor también promueve una distribución equitativa de las responsabilidades de cuidado entre hombres y mujeres.
Conocer y afrontar estos datos, nos ayuda a promover diferentes cambios que generarían un marco favorable para las mujeres, con el objetivo de que todos tengamos iguales oportunidades para progresar.
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